La osteoporosis es una de estas enfermedades que azota a nuestros mayores, con una prevalencia elevada en la este sector de la población.
En el 2050, el 30% de la población será mayor de 65 años
Según análisis del CSIC, la tendencia está clara. Actualmente, este porcentaje se sitúa en el 17%, pudiendo llegar al 30% en 2050. Pero al parecer no es un dato a priori inflado, ya que otros estudios similares realizados por la ONU estiman en un 40% la población mayor de 60 años en España en dicho año.
Nuevas problemáticas en torno a la edad
De nuevo el CSIC nos advierte; existen cambios sociales, económicos ambientales, políticos, etc, que promueven modificaciones en diferentes escenarios, estableciéndose unos retos a superar en los años venideros:
Fragilidad ósea y osteoporosis
Se estima que una de cada tres mujeres de más de 50 años sufre osteoporosis, una causa importante de discapacidad en las edades avanzadas, que supone el principal factor de riesgo para el desarrollo de fracturas, denominadas fracturas osteoporóticas (vértebras, muñecas, cadera, etc). Es una enfermedad más propia de las mujeres que de los varones, por motivos esencialmente hormonales (tras la menopausia, la mujer pierde gran parte de su masa ósea).
Sin embargo, el dato más alarmante es que el 95% de las personas que desarrollan estas fracturas no tenían un diagnóstico previo de osteoporosis.
Esta enfermedad comienza como un disbalance entre la producción y la destrucción de hueso, que comienza en torno a los 30 años, siendo clínicamente importante a partir de los 65, pudiendo promover la rotura ósea (el hueso se vuelve “poroso”, de ahí su nombre). Podemos diferenciar dos tipos esenciales:
Detección y seguimiento
El problema de esta enfermedad es que no produce ningún síntoma, se detecta a partir de sus complicaciones, fundamentalmente la fractura vertebral, aunque la más temida sea la de cadera. El caso típico es de dolor agudo en la espalda, con cierta deformidad, normalmente tras flexiones bruscas.
Lo ideal por tanto sería diagnosticar a la persona como osteoporótica antes de que desarrolle alguna complicación para instaurar el tratamiento, pero ahí surge la controversia, ¿debemos hacerles pruebas de densidad ósea (densitometrías) a todos los mayores de 65 años?
La tendencia actual es a realizarla en pacientes con un riesgo elevado de desarrollo de la misma, siendo el médico el que debe de valorar y graduar dicho riesgo, para lo cual existen diferentes cuestionarios y escalas.
Como hemos dicho el enfoque básicamente es preventivo, siendo especialmente importante el papel de la dieta y el estilo de vida, aunque ciertos fármacos pueden ayudar a elevar la masa mineral ósea. A modo de resumen, decir que todo paciente osteoporótico ha de recibir calcio y vitamina D, sumando o no otros fármacos, como los bifosfonatos o la calcitonina, que pretenden fundamentalmente disminuir el riesgo de fractura de cadera, que es lo que verdaderamente eleva la mortalidad.
El tratamiento de esta enfermedad sigue avanzando, mejorando los fármacos existentes, y desarrollando otros nuevos, como el Denosumab, encuadrable dentro del grupo de los anticuerpos monoclonales ya comentados en semanas previas.
Ejercicio y dieta, la clave para una vida más saludable
Cada vez más estudios nos indican que nuestros hábitos a edades precoces van a predisponer nuestra salud ósea de mayores. Pero nunca es tarde para cambiar de costumbres físicas, higiénicas y dietéticas, a fin de poder disfrutar de una senectud adecuada.