La educación cumple una función definitiva en el momento en el que vivimos. En momentos de cambios y de modelos, Jefferson ya decía que no había que ser demasiado severos con los errores del pueblo, sino tratar de eliminarlos por la educación.
En el devenir de este modelo el mundo es hoy más desigual, y hay síntomas que indican que la situación no se podrá sostener más tiempo. Según un informe de Naciones Unidas de Desarrollo Humano de 2014, la desigualdad ha puesto en peligro el crecimiento económico y la reducción de la pobreza; ha frenado el avance en educación, sanidad y bienestar para gran parte de la población, hasta el punto de socavar las propias capacidades humanas; ha limitado las oportunidades y el acceso a los recursos económicos, sociales y políticos; y ha provocado conflictos desestabilizando la sociedad.
Este informe además de ofrecer datos como el de que el 8% de la población más rica del mundo posee el 50% de los ingresos a nivel mundial, mientras que el 92% comparte el otro 50% o que 1.200 millones de personas viven con menos de 1,25 dólares al día, advierte de que cuando las desigualdades conviven a lo largo del tiempo y las oportunidades solo aumentan para unos pocos, en algún momento se quebrará la paz social y se romperá el tejido que mantiene a la sociedad unida.
Muy preocupante es que haya 175 millones de jóvenes de países con ingresos bajos y medios que son incapaces de leer una frase o parte de ella. La falta de educación o educación de baja calidad genera desigualdad. Las personas que no pueden desarrollar sus capacidades a través de la educación están condenadas en el futuro. Nos podemos situar en muchos lugares para pensar en la foto que describe esta situación, pero nuestro país se sitúa en tasas de abandono escolar en torno al 22%, teniendo especial trascendencia en colectivos menos favorecidos.
Los principios y valores que han inspirado la Declaración del Milenio y los Objetivos de Desarrollo persiguen conseguir un entorno propicio para la erradicación de la pobreza, y uno de los objetivos prioritarios es la educación: asegurar una educación equitativa e inclusiva y un aprendizaje a lo largo de la vida para todos en el horizonte 2030. En el último trimestre de este año la comunidad internacional, deberá ponerse de acuerdo para establecer la nueva agenda de desarrollo universal para los próximos 15 años. Una de las prioridades de esta agenda, que apoya España, será la lucha contra la desigualdad, con la educación como base fundamental de desarrollo.
Si queremos recuperar el crecimiento económico y el progreso, no a cualquier precio y sin alimentar burbujas, debemos construir una sólida base que no tenga vuelta atrás y que se asiente sobre un cambio estructural duradero y sobre un esfuerzo colectivo justo, igualitario y real, donde todos seamos ejemplares en nuestros comportamientos. Para ello necesitamos la acción política más que nunca, para que no haya distorsiones graves e irrecuperables.
Hemos venido diciendo que la economía es el mayor instrumento de justicia e igualdad social, pero además, la educación es la herramienta fundamental de desarrollo, para transformar y multiplicar las oportunidades de la sociedad. Calidad, inclusión, equidad y transformación son las claves para generar participación y por tanto fortalecer nuestra democracia.
Ya lo dijo Cicerón: Si quieres aprender, enseña.