Tanto el origen como las consecuencias de la crisis han desplazado el modelo económico desde lo productivo hacia lo financiero. Los efectos se han notado en todo el mundo, pero principalmente en aquellos lugares donde se llegó tarde a la industrialización, y además la base de la estructuraeconómica se ha sustentado en modelos de poco valor como la construcción. España y Extremadura han sido claros ejemplos.
Seguimos en la búsqueda de modelos que nos permitan crecer de manera sostenible, porque los que teníamos no han servido, y además han hecho que rebosen vicios que parecían que siempre iban a permanecer ocultos. Actualmente vemos como no ha sido así.
Es necesario y sigue siendo el momento de impulsar un modelo que retorne hacia lo productivo, donde se elaborenproductos y servicios de calidad, que se vinculen a la productividad en el empleo y se asocien a los valores que tenemos. En este modelo el peso de la industria es fundamental, ya sea dependiente de los sectores tradicionales o de nuevos sectores.
Para tener una economía más competitiva no sirve únicamente con comparar precios y costes, sino que debemos estar en condiciones de ofrecer servicios y productos diferentes, personalizados, y con alto valor añadido asociado a la innovación, la imagen o la propia marca.
Para apostar por este modelo es clave la ideología. Es necesario apostar por políticas públicas que ayuden, colaboren y potencien las capacidades y saberes del tejido empresarial en nuestros territorios. Por tales cuestiones hay que luchar contra la consideración de que el trabajador sea un coste, sino un elemento de valor; pelear contra la desigualdad social; impulsar la I+D+i como factor de desarrollo y clave de un progreso no sustentado en modelos burbujas; y favorecer la competencia e intervenir en sectores estratégicos como el de las comunicaciones, el de la energía o el financiero.
Debe hacerse sí o sí, ya que la salida de la situación pasa por especializarnos y aportar el máximo valor desde nuestras ventajas comparativas desde todos los sectores, multiplicando la actividad e innovando para producir más calidad.
Hay que establecer estrategias en cuanto al transporte, las telecomunicaciones, las energías renovables, o la economía verde, por la que Extremadura debe apostar. Para ello es una condición que las políticas pongan una marcha directa a la producción de conocimiento y la mejora de la información.
El territorio es clave, ya que debe conectarse lo global con lo local para producir más riqueza y mejorar el empleo. Es cierto que es necesario impulsar la internacionalización, pero también lo es conectar sectores por proximidad geográfica para aumentar la cadena de valor, y donde la tecnología también está al servicio.
Con todo ello también es necesario facilitar la financiación, porque hay que facilitar recursos que doten de estabilidad al tejido que apueste claramente por el modelo. Las políticas públicas siguen teniendo un papel fundamental.
Ahora es buen momento para el retorno hacia lo productivo. Extremadura debe ser un ejemplo.