Por Extremadura pasan pocos trenes de progreso esa es la verdad, pero los pocos trenes que pasan por unas razones u otras, casi siempre, los dejamos pasar.
La Refinería de Tierra de Barros es uno de ellos, un proyecto industrial capaz de crear miles de puestos de trabajo y de poner a Extremadura en la senda de la convergencia con el resto de España y de Europa, pero aquí “semos asina”.
Nuestra comunidad tiene pendiente en pleno siglo XXI la revolución industrial que en Europa y en algunos lugares de nuestro país se hizo en el siglo XIX, llevamos más de un siglo de retraso, más de un siglo siendo el furgón de cola y el símbolo del subdesarrollo español, más de un siglo exportando mano de obra y sobre todo, y eso es lo peor, más de un siglo de resignación y conformismo “semos asina”.
Para España nunca hemos sido un problema, los diferentes regímenes y gobiernos que han pasado a lo largo de los años lo han tenido sencillo con Extremadura, somos fáciles de conformar y casi nunca cuestionamos las decisiones que se toman por parte de los distintos ejecutivos que saben muy bien los que nos conviene y lo que no.
Y claro a Extremadura no le convenía ni le conviene una Refinería, donde se ha visto que unos pobres desgraciados como nosotros podamos aspirar a tener un tejido industrial que genere puestos de trabajo de calidad, que fije población y que nos permita ser independientes económicamente y dejar de ser una Comunidad subsidiada y objetivo uno de la UE.
Para el resto de España y también para, desgraciadamente, algunos extremeños, Extremadura sólo puede aspirar a ser una especie de “reserva india” más o menos exótica habitada por una población cada vez más escasa y anciana y cuya dependencia del resto del Estado y de la UE sea absoluta.
Los distintos gobiernos autonómicos de un signo u otro han demostrado su servilismo y su conformismo y han aceptado sin ningún problema la negativa estatal a que se pudiera poner una refinería en la comarca de Tierra de Barros. La excusa el “impacto medioambiental” hemos nombrado a la “bicha” a la madre de todas las excusas y de paso hemos tranquilizado la conciencia de los populares y socialistas extremeños, lo hemos intentado pero no ha podido ser dicen al unísono. Otros sin embargo no caben en su gozo, terratenientes y ecologistas de salón, por razones distintas, hacen causa común y se regocijan. Aquí sólo pierden los de siempre los que tendrán que irse a otras comunidades, donde los “impactos medioambientales” tienen otras varas de medir, para poder tener un futuro.
España nos debe, y no sólo no nos paga sino que además nos engaña. El informe de la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) que se ha realizado en la zona de Tierra de Barros -y que no es uno nada más- sigue en los cajones de Ministerios y Consejerías sin que de momento vea la luz. Extremadura no tiene una Refinería porque no interesa políticamente y por la presión de las grandes compañías petroleras, lo demás son paparruchas y bien que lo saben algunos.