Cuando ya estamos muy cerca de unas nuevas elecciones municipales y autonómicas no estaría mal que reflexionáramos sobre el momento político que vivimos e intentáramos analizar y sacar conclusiones de la situación por la que atraviesa la "casta" y la acción política en nuestros pueblos, ciudades, comunidad y estado.
Normalmente las estrategias electorales parten de los resultados de unas encuestas que los partidos (especialmente los poderosos) encargan a empresas especializadas y que con mayor o menor fortuna diagnostican los intereses de los ciudadanos, sus intenciones de voto, sus quejas e incluso su estado anímico y a partir de ahí la maquinaria del partido monta todo un plan de ataque utilizando todos los medios de comunicación social a su alcance para conseguir llegar al "corazoncito" del votante. Como es lógico aquellos partidos económicamente más poderosos y con más influencia en los medios tienen mucho terreno ganado sobre todo en las grandes circunscripciones.
Como todos sabemos la "casta" política española no pasa por uno de sus mejores momentos y no creo que haya en Europa otra democracia con tantas autoridades municipales, autonómicas y nacionales “pringadas” en delitos inherentes a sus cargos, no hace falta hacer un listado ¿verdad?; y lo peor es que la gente empieza a sospechar que el/la que entra en política lo hace con la intención de delinquir y que la mayoría de los gobernantes se convierten en funcionarios sin tener que hacer una oposición.
Aristóteles que consideraba al hombre como un animal político, pensaba que la virtud, la justicia y la felicidad sólo podían alcanzarse socialmente es decir en relación con los demás y definía la política como "la ética de la vida colectiva" para él los temas de la ética y los temas de la política se interrelacionan de tal forma que constituyen un todo único, ética y política se abrazan siempre. Creo que la vigencia de las ideas aristotélicas es, en el momento político actual evidentes, y que la relación entre ética y política se ha roto en muchos casos o al menos eso es lo que perciben muchos ciudadanos. Las unidades político-administrativas de que nos hemos dotado (ayuntamientos, comunidades autónomas y estado) son un todo que abarca multitud de diferencias y por eso hay que intentar regular mediante leyes todas las diferencias y todas las voluntades. Hay pues que adecuar las leyes y las instituciones para que sea posible la plena realización de la naturaleza humana y su fin último que es la felicidad.
Otro pilar básico del estado democrático es la justicia, tan discutida y denostada en su aplicación, en sus órganos de funcionamiento y en sus determinaciones. Sin embargo la justicia es una virtud cardinal, es decir principal y fundamental, es la que asegura y consolida el orden en la sociedad, armonizando equitativamente los derechos y los deberes de todos los miembros de la comunidad y por lo tanto debe ser objeto de análisis político y de propuestas encaminadas a devolverle su prestigio y especialmente la confianza de los ciudadanos.
En mi opinión, hay que llegar a los ciudadanos por el camino de la ÉTICA POLÍTICA. No hay que llevar sólo a la sociedad un programa político basado en proyectos que generen felicidad y prosperidad, el programa debe transmitir además un mensaje de regeneración de la acción política y de los políticos. Los mensajes deben ir encaminados a higienizar la vida política con propuestas concretas y eficaces y no con medidas efectistas.
No podemos ni debemos caer en el POPULISMO que basa todo su discurso en lo que los ciudadanos quieren oír sin ofrecer ninguna solución a los problemas que les atenazan y angustian. Al final estos mensajes sólo generan frustración y desesperanza.
Sólo así los políticos seremos capaces de captar la atención del ciudadano, de ilusionar, de convencer con un discurso distinto, regenerador, sincero, realista y sobre todo ÉTICO.