Si ya nos sorprendimos con su devoción por Extremoduro, su presencia en la presentación de los conciertos de la banda de Woody Allen en Badajoz y de la gira de Sinkope nos hace cuestionar si no está confundiendo su cargo con las tareas de un Director General de Promoción Cultural. Confusión que no nos debe extrañar cuando se entiende la política como un espectáculo, lo que ha sido un eje sobre el que ha pivotado gran parte de esta legislatura que ya se agota.
La gestión de estos cuatro años de Gobierno del sr. Monago se pueden resumir en cuatro D: Desempleo, Deuda, Déficit, y Distracción. En particular, esta última está siendo especialmente relevante en estas últimas semanas. El Sr. Presidente ha decidido rebajar el más alto cargo institucional de la región a la categoría de showman.
Esta deriva política y personal del Sr. Monago está perjudicando a la región. Muchos de sus paisanos, a los que tanto se refiere, sienten vergüenza ajena por el periplo por el que nos ha llevado en los últimos tiempos de verdades a medias, victimismo, giras mediáticas y, ruido, mucho ruido. La teatralidad está encima de la mesa todos los días, ahora envolviéndose en la bandera extremeña, ahora vendiendo palacios, más tarde anunciando giras musicales, cayendo de esta manera en uno de los peores vicios populistas y personalistas que él dice tanto combatir.
Todo ello se asemeja más a un sainete que a una acción rigurosa de Gobierno dejando la institución que representa, por ahora, por los suelos. Monago, lo quiera o no ver, se está convirtiendo en un rémora para la región.
Los problema del Sr. Monago son exclusivamente suyos, se los ha creado él solito. No afectan en ningún caso a Extremadura, ni a los extremeños. Pero lejos de explicar de forma clara y concisa los viajes objeto de la controversia, de decir la verdad, se dedica a huir hacia delante, a empozoñar el clima, a enmarañar, a publicitar sus carencias como político y a unir su puesto político al de la región. No. En ningún caso podemos aceptar esto. Extremadura no se merece personajes de esta catadura, que la hacen retroceder y quedarse a su sombra.
La utilización que está haciendo de los fondos públicos y de los medios de comunicación públicos es denunciable. No podemos permanecer impasibles ante esta espiral de tonterías para ocultar lo principal: el fracaso en la gestión que reflejan los 140.000 parados, más de 3.100 millones de deuda pública y un déficit que ronda el 2% del PIB.
