14 marzo 2024
En su significado más estricto, el término digitalización denota técnicamente la conversión de una cantidad analógica en una pieza digital de información; pero en lo que ahora se denomina "Era Digital", este término se utiliza a menudo de forma más amplia para referirse a la introducción de sofisticadas tecnologías de hardware y software en un contexto determinado.
Si bien la aplicación de las tecnologías digitales en el ámbito industrial está ya muy extendida desde hace años, no puede decirse lo mismo del ámbito agrícola, a pesar de que las grandes instituciones abordan cada vez más esta cuestión dada la importancia del sector agroalimentario para hacer frente a urgencias como el aumento de las necesidades alimentarias mundiales y la sostenibilidad medioambiental. En efecto, el modelo agrícola actual ya no podrá, a medio o largo plazo, hacer frente a los retos del aumento de la población mundial y de la reducción del impacto medioambiental de las prácticas agrícolas.
A medida que las tecnologías digitales se han ido incorporando a los distintos sectores que impulsan la economía mundial, han empezado a acuñarse expresiones que reproducen bien la idea de una evolución tecnológico-digital, como Industria 4.0 y Agricultura 4.0, esta última una reciente actualización de smart farming, la llamada agricultura inteligente.
El uso de soluciones de smart farming, tecnologías avanzadas y maquinaria de última generación puede tener un impacto positivo significativo en todos los diversos procesos agrícolas.
De hecho, el uso de las tecnologías más sofisticadas combinado con el uso de maquinaria agrícola de última generación ofrece a las explotaciones la posibilidad de optimizar todas las prácticas agrícolas, aumentar la producción sin incrementar las horas de trabajo, reducir el uso de pesticidas y fertilizantes a lo estrictamente imprescindible y minimizar drásticamente el desperdicio de agua y de producción. El uso de tecnologías blockchain también mejora el seguimiento de los productos agroalimentarios, ofreciendo a los consumidores finales un importante servicio en términos de seguridad.
Como es fácil imaginar, la optimización de los distintos procesos de producción y el menor despilfarro de recursos responden a los estrictos requisitos actuales de sostenibilidad medioambiental. Por no mencionar el hecho de que la maquinaria agrícola actual tiene un menor impacto medioambiental que los vehículos más antiguos, ya que los nuevos motores generan menos emisiones contaminantes.
Si las oportunidades no faltan, lo mismo puede decirse de los retos. El primero es el económico; las nuevas tecnologías no son baratas y las explotaciones más pequeñas, que obviamente disponen de menos recursos, no están excluidas de ser penalizadas. Por lo tanto, no deberían faltar incentivos, primas y financiación no reembolsable por parte de los gobiernos nacionales y supranacionales.
Otro aspecto a tener muy en cuenta es la formación. La digitalización es muy útil, pero también requiere ciertas competencias para ser aprovechada; por tanto, las empresas tendrán que invertir en formación y, también en este caso, no deberían faltar incentivos.
Otro reto a superar es el de la conectividad. Las tecnologías digitales requieren conexiones a Internet de alto rendimiento y no se puede ocultar que en algunas zonas la cobertura no puede calificarse de óptima.
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