02 diciembre 2020
Si algo ha provocado la Covid-19, eso han sido pérdidas. Pérdidas de todo tipo. Las más importantes y que más preocupan son las humanas. En los últimos meses muchas familias han tenido que despedir en indignas condiciones a sus seres queridos y eso no se puede olvidar. Sin poder besar ni abrazar cuando más se necesitaba. Con angustia. Con resignación. Condenados a asimilar que esta era la realidad que tocaba vivir.
A pesar de su trascendencia evidente, estas no son las únicas pérdidas. A las económicas y sociales hay que darles la importancia que se merecen sin olvidar en ningún momento la primera premisa. Y es que hay gente que se está desviviendo por mantener a flote su negocio. Compañías que están haciendo malabares para que los estragos de la pandemia dejen de minar su economía. Y gestores de un bar, un restaurante, una tienda o un gimnasio que hace semanas bajaron provisionalmente la persiana y aún no saben cuándo volverán a abrir mientras ven desde casa cómo las hojas del calendario avanzan, las facturas siguen llegando y los ingresos están congelados.
¿Entonces qué? En la búsqueda de soluciones, muchos han encontrado en los despidos colectivos el antídoto para paliar la sangría que sufren. Lo han hecho los pequeños reduciendo en lo posible su plantilla y los grandes acudiendo a los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Porque la pandemia ha golpeado igual a los humildes comercios de barrio que a poderosas compañías como el Banco Santander, ACS o Coca-Cola, que son de las más sonadas en haber recurrido a un ERE. Nadie es ajeno al virus.
¿Qué deben saber los trabajadores?
Ante estas situaciones, en ocasiones de indefensión para los trabajadores, los abogados laboralistas recomiendan guardar todos los documentos relacionados con el despido por si existiera algún tipo de irregularidad en la resolución de la relación laboral. Precisamente, recuerdan con especial énfasis las restricciones relativas a las empresas que se acogieron a un proceso de ERTE. Puesto que hay que tener presente que en los seis meses siguientes al ERTE, dichas compañías no podían despedir a ninguno de sus trabajadores ya que, de hacerlo, este deberá ser declarado como improcedente.
De esta manera, los letrados aseguran que es totalmente recomendable que los trabajadores que se puedan ver inmersos en una situación de esta naturaleza impugnen el despido. Así se podrá efectuar una evaluación en profundidad de las causas esgrimidas y detectar si verdaderamente se ha hecho o no siguiendo las normas establecidas. En cualquier caso, independientemente del contexto, también aconsejan en todo momento ponerse a disposición de un especialista que pueda asesorar la causa concreta.
Sin alternativas para las empresas
Aunque pueda parecer una medida muy lesiva para los intereses de los trabajadores, aquellas empresas que se están planteando acogerse a un ERE o que ya lo han efectuado, lo hacen con intención de coger aire después de la tempestad que ha desatado la Covid-19 en su planificación económica del año 2020.
Asimismo, con esta decisión también pretenden anticiparse a posibles soluciones más críticas que conlleven medidas más definitivas. Evitar una situación de quiebra o de concurso de acreedores se antoja fundamental, por ello andan con pies de plomo y tratan de no arriesgar ante un futuro tan impredecible como incógnito.
Finalmente, también conviene saber, en lo que a los trabajadores de la empresa respecta y si finalmente se puede efectuar correctamente el ERE o el despido, que tendrán derecho a una indemnización y al paro posteriormente.
